*Por Gisela Colombo

“Guía astrológica para corazones rotos” es una serie de origen italiano que recorre, en su primera temporada, los primeros seis signos del zodíaco, de manera tal que los personajes que van cobrando protagonismo en cada episodio y los hechos mismos van moldeando el perfil de cada tipo de personalidad, de cada signo solar.

La tira está inspirada en una novela del mismo nombre escrita por Silvia Zucca, y editada por primera vez en 2015. Silvia Zucca es nada menos que la traductora al italiano de “50 sombras de Grey”. Pero en su propia obra lo que intenta es una parodia de los productos fundamentalistas que proponen la astrología como una verdad inobjetable.

En rigor, esta “guía” es una comedia romántica bien ágil en la que una mujer joven, Alice, fue abandonada por su novio y compañero de trabajo, que en pocos meses embaraza a otra colega que trabaja allí mismo. Alice (caracterizada por Claudia Gusmano) conoce a un actor experto en astrología y traba una amistad con él. “Tío”es interpretado por Lorenzo Adorni. Mientras tanto un nuevo jefe, Davide (Michele Rosiello) se incorpora a la productora de tv en la que Alice se desempeña creando contenidos televisivos. Y con él vendrá un romance que tardará en manifestarse porque Alice prueba otras alternativas antes. Por otra parte, una nueva idea ve la luz gracias a esas charlas con el astrólogo y una borrachera que lleva a la joven a comentárselo a su jefe. Así es como idea su primer programa que consiste en un juego para encontrarle el candidato o la candidata perfecta al participante, de acuerdo con la compatibilidad de signos astrológicos. Alice produce con éxito un show de astrología que conduce “Tío”, al tiempo que trata de aplicar los mismos principios para su propia vida amorosa.

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La dirección de la puesta en escena estuvo a cargo de Bindu De Stoppani y de Michela Andreozzi. En el guión participaron no sólo las directoras sino también Fabrizio Cestaro y Costanza Durante. Entre los cuatro han adaptado la obra novelística escrita por Zucca y que ya había tenido éxito editorial.

Una curiosidad es que el personaje atractivo que funciona como un amante de Alice durante varios episodios es argentino y sufre una nunca diagnosticada eyaculación precoz, de la que naturalmente no tiene conciencia. Quizá qué revancha estarán saldando directores, guionistas o quién sabe quién, mediante esta referencia.

Lo cierto es que el producto es divertido, liviano, nada meloso y mantiene interesado al espectador hasta el final de la temporada.

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¿Un consejo? Verla con subtítulos oyendo el audio original, que vale la pena por la comicidad de los actores y el espíritu tragicómico de las ficciones italianas que dieron tanto relieve al hiperrealismo itálico.

La segunda temporada promete al menos seis capítulos más si los creadores quieren cerrar esta fórmula como un círculo perfecto. Ojalá pronto se alineen los planetas y podamos verla por streaming.