* Por Miguel Rodríguez

A lo largo de cuatro salas denominadas Resistencia, Calma, Transición y Volver a nacer,  la muestra “Memoria punzante” detalla las instancias de un personaje que indaga su pasado y lo confronta, para luego evaluar qué características de sí mantendrá en una proyección hacia el futuro, multiplicándose. El ícono empleado es una semilla: la roseta.  Si bien la muestra terminó hace semanas, es importante rememorarla aquí. 

"Memoria Punzante" fue una muestra artística exhibida en el Museo Provincial de Artes entre el 6 de mayo y el 12 de junio del presente año, autoría de Ornella Herrero Fiorucci, Alexander Moreira y Lía María Espaïn  La inauguración impresionó: una cantidad inusitada de público hizo recordar otras muestras importantes, como la Retrospectiva de Eduardo Ferma exhibida en 2008. 

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El desarrollo de la experiencia visual y sonora inició con una performance de Lía María Espaïn acompañada por música compuesta y ejecutada por Pablo Ardovino. El entorno fue escenográfico: paredes empapeladas con diarios intervenidos con pintura negra, un televisor en diálogo con una lámpara encendida, una obra realizada por Alexander Moreira, un sillón, una máscara y un recipiente con pintura negra. Lía, enmascarada con una roseta blanca hecha de papel, desplegó una secuencia de movimientos que sugerían aspectos de una roseta: en la fluidez se intercalaron rupturas y cortes con el propósito de expresar el drama de un ser de naturaleza impenetrable y blindada, con puntas, que quiere abandonar su forma cargada de dureza y repulsión. 

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La performance se desarrolló en distintos ámbitos del museo, permitiendo que los asistentes participaran del argumento de la muestra. Luego de transitar una sala intermedia donde había un televisor en el piso y espejos en las paredes  –uno  ovalado a la derecha y fragmentos de otro a la izquierda-  el acto de Lía continuó en otra habitación donde se emplazó una video instalación realizada por Ornella Herrero Fiorucci.  En este sentido, Ornella explicó que dicha sala fue de la resistencia y contó con más de diez televisores que representaron una compilación de la memoria del personaje encarnado por Lía, que en una lucha interna y existencial de identidad, recupera su propio pasado y lo confronta, para luego preguntarse quién desea ser.  Por ese motivo las imágenes televisadas están dotadas de rupturas,  utilizan el recurso del glitch y remiten a múltiples símbolos para expresar emociones diversas que van desde el hastío hasta la muerte. 

 

En una cuarta sala pudo verse una multiplicidad de fotografías en pequeño formato adosadas a la pared. En palabras de Alexander Moreira, expresaban “la expansión y multiplicidad de la roseta”. El piso también estaba intervenido: una máscara enterrada en un cubo remitía con fuerza a la naturaleza estrictamente provinciana sin dejar de aludir a lo clásico y universal.  Una prueba más del encendido arte pampeano y del valor de una muestra que convocó la atención de entendidos y amantes del arte en general.