*Por Gisela Colombo

Matrimillas es una película dirigida por el actor y director Sebastián de Caro y protagonizada por Luisana Lopilato y Juan Minujín. Completan el elenco Cristina Castaño, Andrea Rincón, Julián Lucero, Betiana Blum, entre otros. El guión pertenece a Gabriel Korenfeld y Rocío Blanco.

Se trata de una comedia romántica costumbrista que reproduce el tono tragicómico que le es tan afín a nuestro espíritu argentino.

Una joven llamada Belén (Lopilato) está bajando de su auto algunos objetos mientras otro vehículo, el de “Fede” (Minujín) pasa y arrastra consigo la puerta que permanece abierta. Así es como conectan ambos protagonistas, del peor modo en principio, pero en franca dulcificación posterior hasta enamorarse mutuamente. Un salto de tiempo nos conduce a años más tarde, ya con dos hijos, y transitando una crisis matrimonial. Una pareja amiga, que recibe una terapia novedosa, les recomienda la aplicación llamada “Matrimillas”, que emula el sistema de acumulación de millas por méritos, que practican las aerolíneas. El sistema consiste en ganar créditos a partir de actitudes amorosas hacia el cónyuge para luego poder descontarlas a cuenta de alguna libertad propia. El método es, como suele ocurrir con verdaderas aplicaciones informáticas, completamente adictivo y ambos comienzan una carrera que inicia con la condescendencia mutua y una serie de acciones románticas, cuasi heroicas, y acaba con una competencia despiadada.

Mientras tanto, se introducen algunos otros debates como la riña entre intimidad y redes sociales, las irresponsabilidades de los padres respecto a las actividades de los niños, la omnipresencia de los delitos callejeros, etc., etc.

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El tema de la comedia es interesante y reedita un poco los intereses distópicos propios de producciones como “Black Mirror”, la película “3%”, entre otras tantas, aunque en un tono muy diferente. Quizá excesivamente liviano. Su ejecución no es tan satisfactoria. En principio, el mismo director relata algo del proceso, en el que no tiene mayor injerencia que la de dirigir. En su experiencia, suele ser también guionista. En este sentido considera una ocasión única en su carrera y dice haberlo disfrutado. Tal vez esto mismo es lo que provoca las mayores debilidades del producto. Porque De Caro dice explícitamente que ha intentado reproducir la dinámica estereotípica de la comedia romántica con todos sus clichés. Si ése fue el objetivo, lo logró. No creo que haya sido la mejor decisión.

El producto carece de novedad, de sorpresa intelectual y de humor suficiente para el género.

Y si a algo recuerda mucho es a la filmografía de Adrián Suar, no sólo por la concepción tragicómica de la vida y la habilidad de reírse de sí mismo y su sociedad, sino también por el ingenio del tema central que nunca acaba con más logros que las escenas que revela el trailer.

Poco entretenimiento, lamentablemente.