Por Gisela Colombo
“Hache”es una tira española que fue estrenada en 2019. Se trata de una producción asociada con Netflix que dio a luz 14 episodios de 45 minutos aproximadamente, mediante dos temporadas.
Su creadora, Verónica Fernández, también es responsable del guión, entre el aporte de Carlos López, Santos Mercero y Almudena Ocaña. Jorge Torregrossa y Fernando Trullols dirigieron la ficción que protagoniza Adriana Ugarte, ya consagrada actriz hispana, que debe parte importante de su fama al protagónico que hizo en “El tiempo entre costuras”. Son parte del elenco Eduardo Noriega (policía que se obsesiona con la protagonista), Marc Martínez, Ingrid Rubio, Pep Ambròs, entre otros. Todos ellos tienen un buen desempeño también.
Su coprotagonista en “Hache” es Javier Rey, también un intérprete taquillero para el entretenimiento de España. Su papel es el de narcotraficante y dueño de un club nocturno al que llega Helena Ayala, huyendo luego de haberle sustraído la billetera a un sujeto.
Se trata de una mujer cuyo concubino está preso, que se había visto obligada a ejercer la prostitución para mantener a su hijita. Pero también comete pequeños delitos como el que la obliga a entrar al club y conocer a Malpica, un gangster cuya pantalla es el club.
El vínculo con este hombre es violento y pasional. Malpica incluso marca el hombro de Helena, su nueva adquisición como marca su ganado un hacendado. Pero la mujer, obsesionada con poder pagar a un abogado para que saque de la cárcel a su compañero, se somete a los maltratos de Malpica. No obstante, la necesidad la va llevando a perder contacto con su vida anterior y le allana el camino a su nuevo dueño. Malpica (Javier Rey), por su parte, sufre un gran tormento. Dolores insoportables lo van llevando a una adicción a la heroína que resulta insostenible. Con el pasar de los días el hombre acaba enamorado de Helena, a quien rebautizará “Hache”, que coincide con la inicial de la sustancia con que trafican. Mientras eso sucede, Hache le miente sin que le tiemble el pulso, a pesar del miedo que le profesa todo el mundo, de ser su cautiva y de conocer muy bien el salvajismo que le es propio.
En tanto, las vicisitudes de un negocio peligroso se van sucediendo. Los peligros no sólo incluyen el ser descubiertos como organización delictiva, también sufren presiones de distintos agentes del hampa con los que se sucede alternativamente el negocio en sociedad y la traición. Uno de ellos es un prócer de la mafia, “Lucky Luciano”, con quien tienen una dependencia que los hace transitar la cuerda floja.
Hache, que es dueña de una astucia especial, no tiene temor de mentirle a Malpica, mientras él se entrega sin guardarse nada para sí. Incluso si algo puede interpretarse como una traición hacia ella, la acción solamente revela una adoración creciente y el pánico a perderla. Así es como Hache va ganando poder en la organización.
En la segunda temporada su pareja ya no es Malpica, pero tampoco tiene un reemplazo. La faz masculina es cubierta por varios personajes. Uno representa la protección y una lealtad ciega a la joven; otro, la conquista y el romance; un tercero (el detective de la policía) encarna una persecución obsesiva. Persecución que esconde, en realidad, una obsesión erótica o, para decirlo de otro modo, la rendición al atractivo de Hache. Aparece también un hermano que complica las cosas; y hasta inclina la balanza el mafioso italiano dándole un crédito determinante a la nueva capo mafia de Catalunia. Ya entonces se ha decretado la autonomía plena de esta mujer como jefa de una banda criminal. Ya no dedicada a hacer ingresar la heroína a Europa por el puerto catalán, sino incluso, a producirla.
El balance de la serie es positivo. Se sigue con interés el relato, es satisfactorio en la puesta en escena, en la reconstrucción de época, en la credibilidad de los diálogos, en las actuaciones… Buen entretenimiento, aunque, como suele ocurrir con todo lo español, en ocasiones los subtítulos se hagan tan necesarios como si espectadores y realizadores no habláramos dos modalidades dialectales diversas, sino dos idiomas sin raíz común. En este sentido también circula entre las voces de los personajes el francés, el catalán y el italiano indistintamente, señalando la realidad universal del delito, de la violencia e inmoralidad.