por Miguel Ángel Rodríguez

«(…) El acto privado de apego,

 cumplido sin pasión ni odio

y sin buscar el fruto,

se dice sáttvico (…)»

Bhagavad Gita

Entre los artistas contemporáneos emerge Ezequiel Montero Swinnen. Su obra comprende pinturas, dibujos, instalaciones, escritos, videos y fotografías. Pero hay más:  desde hace aproximadamente una década explora facetas espirituales de la existencia, desarrollando encuentros donde la propuesta es elevar la vibración de las personas a través del chamanismo ancestral.

«(…) El acto privado de apego (…)» sostiene el Bhagavad Gita, según la traducción de Jean Riviere. Es difícil merodear la obra del artista Ezequiel Montero Swinnen sin tener a la vista la idea del desapego. Esto no implica sostener la falta de compromiso, o promover la creación desconectada de la realidad social. No. Para comprender mejor la actitud sin apego es bueno recordar que muchas veces un artista suele decir «(…) a esta obra la hice para mi (…)» expresando que no hubo apuro ni urgencia, que la pieza sostuvo un diálogo íntimo con su hacedor y que no existió mas pretensión que estar satisfecho y en calma, al menos por un instante. 

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La obra de Ezequiel es vasta, tanto como sus muestras en salas, centros culturales, museos, galerías y espacios en Argentina, España, Alemania, Bélgica, Panamá y Estados Unidos de Norteamérica.  Pinturas y dibujos -algunos de gran tamaño- así como fotografías tomadas en la provincia de La Pampa y en otras latitudes, configuran episodios rizomáticos donde la estética, o lo perceptible por los sentidos, muestra sus límites, y debemos trascender la sensualidad inmediata. Los videos y las instalaciones indagan nuestra percepción sobre el río de lo habitual. Bucles y espejos son interpelados suavemente, como si los reflejos y las reiteraciones constituyeran tema de estudio y puerta de ingreso a una dimensión que obsesiona y atrapa, y a la cual puede accederse experimentando ciclos y duplicaciones. Otro objeto presente en su producción es la escalera, que permite ascender y descender atravesando capas mentales que enturbian o aclaran las cosas. Es importante retener la idea del bucle y del círculo pues remiten al mantra y al ensimismamiento que Ezequiel retoma en varios trabajos.

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Instalacion compuesta por Viento (serie de fotografías), una escalera y dos espejos. Galería Quimera (C.A.B.A.), 2017.

Palabra en vuelo

En el principio existía el Verbo

San Juan

Lo conceptual está presente en cada imagen o instalación. Lo mismo puede decirse de la gráfica, que acompaña una mirada sintética sobre lo existente, pero también sobre lo imaginado. La simbiosis entre concepto y claridad explica la soltura en la elaboración de los contrastes y los equilibrios, tal como exhibió durante año 2010 en la muestra Canta en silencio, curada por Raúl Fernández Olivi en el Museo Provincias de Artes de La Pampa. En esa oportunidad, al igual que en la serie Circunvolare, expuesta en el año 2011 en el museo municipal de bellas artes «Fernán Félix de Amador» en Luján, el verbo recorre la experiencia estética. Es decir: la palabra, al igual que los instrumentos para plasmarla, constituyen una de las obsesiones que motorizan la búsqueda estética y espiritual de Montero Swinnen. La pintura El misterioso caso de ABDEHKMN, una pieza dotada de síntesis, materializa el interrogante conceptual sobre el logos desde una mirada que transitó los conocimientos del diseño y la comunicación. En dicha obra se observa un círculo inconcluso cruzado por salpicaduras: un guiño acentuado a la temática del tiempo, que también lo convoca.

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En el principio existía el Verbo, afirma el Evangelio de San Juan. Y podríamos pensar que el Verbo vuela en círculos sobre un abismo carente de color, luz y sonidos: una sima absoluta, algo más que cero, la nada. La mirada relee a Borges y sus citas a Schopenhauer, y a Nietzsche y el eterno retorno. Los ojos vuelven al ciclo y al cuestionamiento de la historia y del instante.  Valiéndose de relojes, pájaros, tormentas, sillas, globos, nidos y vainas, la obra de Montero Swinnen cavila sobre el tiempo, lo que le permite dialogar con los clásicos: pienso en algunos fragmentos de Heródoto, Las aves de Aristófanes o Diálogo de los muertos, de Luciano de Samosata. En cada una de esos escritos, al igual que en los trabajos artísticos tratados aquí, se meditan asuntos como el cambio, la permanencia y la finitud de lo que existe. 

Lo sólido

que se desvanece en el aire. La referencia a la frase de Marx permite introducirnos en otras imágenes de Montero Swinnen que señalan las temáticas del suspenso y la flotación, ya insinuadas en la muestra Circunvolare. Se trata de la serie Viento: veintiún obras despojadas pero líricas, ricas en poética, que subrayan lo suspendido mediante la representación de telas -o sábanas- movidas por el viento. En estas piezas, o esculturas aéreas según el autor,  prevalece la pausa y el instante, pero también la arruga y el pliegue. Vale la pena recordar que Aldous Huxley, en Moksha, cuyo subtítulo es Escritos sobre psicodelia y experiencias visionarias (1931-1963), indicó que los artistas detienen su mirada en los pliegues.

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La serie fue acompañada por una escalera blanca que conectó dos espejos circulares: uno en el piso y otro en el techo, aludiendo al cielo y el infierno, pero también a la infinitud y lo innúmero. La instalación se presentó en la galería Quimera de Buenos Aires en el año 2017, y fue curada por Ernesto Ballesteros. 

Pausa Chaman

Montero Swinnen, luego de estudiar diseño gráfico en UADE y Fotografía en la Escuela Nacional de Fotografía (ENFO), realizó un Posgrado de Especialización en “Medios y Tecnologías en Artes Visuales” en la Universidad Nacional de Artes (UNA) y su tesis se llamó Pausa: la duración del instante, donde exploró  la posibilidad de deshacer el tiempo. Aquí comparte la urgencia que impulsó a los surrealistas, al movimiento Dadá y al futurismo: el tiempo.

Desde hace algo más de diez años Ezequiel tomó rumbos hacia las planicies simbólicas de la alquimia, el tarot, la numerología y el chamanismo, también coordina encuentros con personas que buscan elevar su vibra y camina regularmente entre sierras y montañas. Sus exploraciones son las del místico y recuerdan atmósferas que Nietszche describió en Así habló Zaratustra y Hesse en Siddhartha. El verbo vibra un instante que no tiene duración.

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